Isla de Tabarca

La isla de Tabarca, de Nueva Tabarca o Plana, oficialmente Isla Plana o Nueva Tabarca, es una isla del Mar Mediterráneo que se encuentra a unos 22 kilómetros de la ciudad de Alicante, a unos 8 km del puerto de Santa Pola y a poco más de 4.300 metros (2,35 millas náuticas) del cabo de Santa Pola. Se trata de la isla más grande de la Comunidad Valenciana y la única habitada. Administrativamente está considerada como partida rural de Alicante, y en ella se halla la ciudad de Tabarca, que contaba con 68 habitantes en 2010.

La isla ha recibido diversas denominaciones a lo largo de la historia. Probablemente los griegos la conocieron como Planesia, mientras que los romanos le dieron el nombre de Planaria. En época medieval recibió principalmente el nombre de San Pablo, ya que según la tradición éste fue el lugar donde desembarcó el apóstol. No obstante, también recibía el nombre de Plana, dada su principal característica física. Aunque fue generalmente considerada como isla, también se le ha llamado islote de Santa Pola por sus reducidas dimensiones. Con la llegada de los refugiados genoveses de la isla tunecina de Tabarka en 1770, cambió su nombre por el de Nueva Tabarca. La ciudad fortificada se refiere en ocasiones como San Pablo (en valenciano Sant Pau).

Historia

En la isla se han recuperado materiales de época romana, que evidencian que ya entonces debió estar poblada, aunque no se han localizado restos de construcciones que den fe de un poblamiento estable. No obstante, existen restos de una necrópolis y de pecios con ánforas, así como edificaciones quizá industriales. Probablemente se identifica con la Planesia de los antiguos griegos, que Estrabón describió como una isla peligrosa por la abundancia de escollos, hecho que podría confirmarse por los diversos naufragios de naves romanas que se han hallado en las cercanías de la isla.

Las primeras noticias sobre la necesidad de establecer alguna fortificación datan del siglo XIII. En 1337 se autorizó la construcción de una torre, pero se desconoce si llegó a realizarse. Comoquiera que fuera, en 1427 se propuso organizar un buen sistema defensivo para impedir que fuera ocupada por los corsarios berberiscos venidos de Argel, que la usaban como base de sus acciones contra el Campo de Alicante y el Bajo Vinalopó. Durante esta época se la conocía popularmente como Isla de San Pablo (Illa de Sant Pau), ya que según la tradición éste fue el lugar donde desembarcó el apóstol. En época de Felipe III se consideró la idea de construir una fortificación de grandes dimensiones, pero esta se desechó por los gastos que entrañaría su mantenimiento. Pese a todo, en 1760 comenzaron a construirse las primeras edificaciones de la isla, de la mano del conde de Aranda, que había promovido también la colonización de Sierra Morena.

La historia de la actual Tabarca comienza en 1768, cuando Carlos III, instado por el mercedario fray Juan de la Virgen, consiguió la redención de un grupo de sesenta y nueve familias de origen ligur que, bajo el gobierno de la República de Génova se habían instalado en la isla tunecina de Tabarka. Esta isla, que distaba unos trescientos metros de las costas norteafricanas, había sido sometida por el bey de Túnez en 1741 y había reducido a sus habitantes a esclavitud. En ese estado permanecieron hasta el 14 de octubre de 1768, en que comenzó el rescate, que se alargó hasta el 8 de diciembre del mismo año.

Probablemente los tabarquinos llegaron por vía marítima a Cartagena y, de allí, en carretas hasta Alicante, donde quedaron provisionalmente instalados en el Colegio de la Compañía de Jesús, vacío tras la expulsión de los jesuitas en 1767.

La fecha tradicional de su llegada a la ciudad es el 19 de marzo de 1769. Finalmente el conde de Aranda consiguió su traslado a la isla de Santa Pola, a fin de permitirles recuperar el hábitat cotidiano, así como que pudieran seguir ejerciendo la pesca como actividad predominante. Además, el conde había estimado que una población civil estable en la isla sería una gran ventaja a la hora de mantener la plaza. Por tanto, no sólo se construyó un fuerte, sino que también se edificó un poblado con categoría de ciudad, que tomó el nombre de Nueva Tabarca. En total, fueron 296 los tabarquinos instalados en la isla, de los cuales 31 habían nacido en Italia, 137 en Tabarka, 70 durante el cautiverio en Túnez y 58 durante el cautiverio en Argel.

A cada familia le fue asignada en la isla una casa numerada, con acto formal y recibo regular. Además, se concedió a los colonos una serie de privilegios y exenciones, eximiéndoles del servicio de las armas y del pago de los impuestos directos e indirectos a que estaban sujetos los pueblos de la monarquía. La seguridad fue confiada a una galeota y para el desarrollo de la pesca se concedieron seis embarcaciones aparejadas.

Las primeras casas se terminaron en 1770, año en que se trasladó a los tabarquinos a la isla. Las obras corrieron a cargo del ingeniero militar Fernando Méndez de Ras, que construyó murallas, baterías, baluartes, tenazas, puertas, almacenes y glacis. Las obras concluyeron con la construcción de casas para los colonos, bóvedas subterráneas donde almacenar los pertrechos militares, caballerizas, la iglesia, la casa del gobernador y las casas de Ayuntamiento, por si alguna vez llegara a tenerlo (cosa que nunca sucedió). Además, se realizó toda una serie de instalaciones imprescindibles para la vida isleña, como lavadero, cisterna para el agua de lluvia, hornos de pan, cal y yeso, etc.

Nueve años después del comienzo de la colonización, entre el 24 y el 25 de marzo de 1779, viajó a la isla una comisión encargada de recopilar un elenco de los residentes, correspondiente con la real situación residencial y laboral de cada uno, cuyo informe sugirió una clara situación de declive: la tierra apenas se trabajaba debido a la poca calidad del terreno, las embarcaciones estaban en desuso y faltas de mantenimiento, la mayoría de los colonos vivía rozando la miseria, la fortaleza ya estaba comenzando a desmoronarse, faltaba agua, etc. Por tanto, fue necesario un plan específico para activar a la población residente.

Sin embargo, la nueva situación geopolítica de finales del siglo XVIII y principios del XIX obligó a un cambio en los objetivos de España en el mar Mediterráneo, lo que redujo drásticamente la importancia militar de la isla y, por ende, el número de la guarnición. Además, en 1835, con la implantación del sistema constitucional se retiraron todos los privilegios y exenciones de que disfrutaban los tabarquinos.

Finalmente, la guarnición, junto con el gobernador, abandonó la isla en 1850, momento en que empieza realmente el declive de la isla, que no se recuperaría hasta bien entrada la década de 1960. En 1854 se inauguró el faro, que llegó a ser escuela de fareros.

Debido por una parte al descenso continuado de la población, y por otro a los planes especiales de protección redactados desde mediados del siglo XX, las escasas construcciones nuevas se han situado en el interior del recinto amurallado y en la zona del istmo, conservando así la isla en conjunto un aspecto similar al que tenía en el siglo XVIII. Desde la década de 1980 se han llevado a cabo obras de restauración en la mayoría de los edificios de la isla.

El 14 de abril de 1983 se declaró la isla reserva marina, «a fin de preservar la fauna y flora marina de la zona y servir de base de repoblación en beneficio de la riqueza ecológica de las aguas colindantes».

En 1970 Tabarca tenía una población de 242 habitantes, pero esta ha ido reduciéndose a buen ritmo dada la escasez de los medios de vida, que han producido una emigración dirigida principalmente hacia Elche. En 2003 contaba con 111 habitantes y en 2009 tan sólo 73.

Pertenece a la ciudad de Alicante, Si bien la economía estuvo en un principio basada en la pesca, así como en el apoyo al destacamento militar que existía en la isla, en la actualidad la principal actividad económica es el turismo. En los meses de verano Tabarca puede llegar a recibir alrededor de 3000 visitantes diarios.